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-Opiaceos

Los opiáceos son sustancias químicas psicoactivas que provienen, ya sea directa o indirectamente, de la planta adormidera y que imitan el poder analgésico de los opiáceos endógenos, aquellos que nuestro sistema nervioso central produce por sí solo, conocidos como endorfinas, encefalinas y las dinorfinas. Estos opiáceos exógenos se dividen en tres tipos según su proveniencia y fabricación:

Los opiáceos naturales son los alcaloides del opio. Provienen directamente de la planta y no son sintéticos. Estos son la morfina, considerada la principal de los alcaloides, la codeína y la tebaína.

Los opiáceos semisintéticos/artificiales, son creados en laboratorios a partir de los opiáceos naturales. Estos pueden ser la hidrocodona, sintetizada a partir de la codeína; la oxicodona sintetizada a partir de la tebaína; y la heroína, sintetizada a partir de la morfina y mucho más potente que esta.

Los opiáceos sintéticos son completamente artificiales e imitan el efecto de los anteriores, aunque su estructura no está relacionada con los alcaloides del opio. Estos pueden ser petidina o metadona.


¿Como funcionan?
En el sistema nervioso central de humanos y animales, se encuentran los receptores de opioides. Cuando consumimos opiáceos, estos se unen a estos receptores bloqueando la percepción del dolor. Además, causan sensación de bienestar, aunque también efectos secundarios como nauseas o somnolencia.

Los opiáceos hacen que el sistema nervioso libere dopamina, el neurotransmisor considerado como centro del placer y que descarga en el cerebro la sensación inmediata de euforia y de recompensa. Esto genera una alta motivación, haciendo que el consumidor necesite de nuevas dosis para volver a conseguir esa descarga de satisfacción. Su uso continuado, genera una alta tolerancia a la sustancia y provoca una adicción muy peligrosa.

Consumir opio o sus derivados, sin supervisión médica y farmacéutica, puede ser muy peligroso. El uso de los medicamentos derivados del opio es extremadamente limitado por sus altos riesgos de adicción, siendo muchos de ellos ilegales. El consumo de medicamentos como la morfina se restringen a la opinión médica y solo se usan cuando un profesional de la medicina lo considera adecuado dada sus propiedades para aliviar el dolor. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta la alta adicción que generan estas sustancias y las consecuencias nefastas para la salud que pueden acarrear. El consumo continuado de derivados ilegales como, por ejemplo, la heroína, continúan causando el sufrimiento y la pérdida de miles de vidas.